Muchas veces, en nuestros paseos de las tardes, te comenté
que me recordabas a Platero: pequeña, peluda, suave, blanda como de algodón… y
con acero y plata de luna al mismo tiempo.
Ahora sabemos que el tiempo de los paseos ha terminado, que
en el patio ya no veremos ojos pidiéndonos entrar, que nuestras obligaciones
para contigo nos dolerán por su ausencia, que en la casa tu discreción era
presencia entrañable y que han sido diez muy buenos años contigo desde que
Julia se empeñó en que te adoptaramos.
Te has ido como has vivido, sin molestar: comprendiste que tenías ya pocas alegrías que
ofrecernos y que nosotros casi nada podíamos darte a ti para prestarte algunos
buenos días más.
No sé cómo será tu más allá.
Si hay paraíso, que disfrutes en compañía de perros amables en un edén
de gatos lentos y comida abundante. Si
vas a reencarnarte, sé que lo harás en un ser entrañable y dulce. Y si no hay nada después, y nuestra esencia
es mera química, has de saber que pocas veces la fría materia se habrá vestido
de tanta nobleza como lo ha hecho en ti.
No podrías haberlo expresado mejor, papá.
ResponderEliminarGloria
Creo haberlo expresado en nombre y sentimiento de todos en casa
EliminarPrecioso y sentido texto sobre un noble animal que se ha ido tan sigilosamente como vivió
ResponderEliminarGracias, está escrito con el sentimiento de la pérdida de uno más de la familia.
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