“Suena esta canción para ti…”
Bailan las volutas de humo del cigarrillo olvidado. Pasos vagos. Olvidado todo el francés, ahora
resulta fácil usar un diccionario de internet, tampoco vamos a llegar a ninguna
solución en la red. Pasos lentos bajo
oídos que escuchan y no oyen.
“... a ninguna parte, a ningún buzón...”
La canción rasga tímidamente el aire somnoliento del
atardecer en el salón. Pequeñas luminarias saltan del televisor a las paredes y
muebles en suave torbellino. Sobre la
mesa un libro abierto bocabajo por las primeras páginas dormita junto a una
pequeña mancha de café. La cucharilla se
ha salido del plato que mancha la base de una taza casi vacía. Sólo un plato, una sola taza, sólo una
cucharilla y una mancha.
“... nada más amado que lo que perdí...”
Los pasos se detienen frente a la ventana. El cambio de hora nos roba la tarde, ya se ha
encendido el alumbrado público, fuera debe de hacer frío, aquí dentro se está
bien, nada mejor que el calor de la casa ¿qué necesito de fuera? Pero, ¿tengo
algo dentro? Tras el cristal la gente se
mueve en las calles, ríen, se apresuran. Los ojos desde dentro miran pero no ven sino
el caótico deambular bajo el neón.
“...hoy busco en la arena una
luna llena que arañaba el mar.”
En el cristal de la ventana a la imagen cambiante de la
calle se superpone el reflejo de una cara familiar que me observa absorto,
¿quién es? ¿quién soy?
“… si algún día después de amar, amé ...”
Sigo absorto frente a la ventana espejo: ver a un
conocido me conforta… demasiado
vagamente conocido. En el libro abierto
de la mesa se quedó Musset sorprendido ante un “enfant vêtu de noir qui me ressamblait
comme un frère” como un hermano. Y
después ante un “jeune homme vêtu de
noir qui me ressamblait comme un frère”
como un hermano, y ante un
compañero de juergas y ante un ángel. Todos como un hermano.
“... el olvido sólo se llevó
la mitad...”
Y ahora recuerdo haberlo reconocido siempre, en todas las
ventanas, adivinado en todos los espejos,
en cada momento. “…je suis la solitude”
“…entre mi almohada y mi
soledad. Soledad. Y mi soledad”
... fue por tu amor, Lucía. Estimado Manuel, estupenda reflexión ¿es prosa o poesía? ¿o cabalga entre ambas?
ResponderEliminarUn saludo:
Julio
Cuánta intensidad y sentimiento... me gusta, es muy bonito.
ResponderEliminarEn primer lugar, gracias por vuestros comentarios
ResponderEliminarJulio, me he permitido el lujo de enlazar tu blog en el mío. Tus relatos siguen siendo magníficos.