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Caballos en Snaefellsness |
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Bordeando la península |
Nos quedaba todavía toda una mañana en Snaefellsness y como el tiempo parecía algo más benévolo que el de la jornada anterior,
repetimos básicamente el
recorrido con la vana esperanza de divisar nuestro primer glaciar, el Snaefelsjökull: empeño imposible, las nubes se situaban a cierta altura velando la cima
de las montañas a partir del
primer centenar de metros. Como consuelo
subimos a otro volcán tempranito y con
viento fresco.
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En el cono del Sáxol. Al fondo, entre nieblas debe de estar el Snaefelsjökull |
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Circulo de orientación en el Sáxol |
El volcán Sáxol, activo hace unos 4000 anos, que
domina un amplio campo de lava, hasta el mar, debe de tener una de las mejores
vistas hacia el glaciar. Hay en el cono un círculo metálico que te señala en trescientos sesenta grados los
principales hitos que desde él se ven: desde Reykiavik
hasta los acantilados de Látrabjarg pasando
por los collados y cumbres más importantes del
glaciar. Nuestra vista no alcanzó más que hasta el mar y la carretera que seguimos seguiríamos de nuevo hacia el este.
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Estatua de Guðríður y Snorri en Laugarbrekka |
Parada obligada
era la Granja Laugarbrekka de la que ya hablamos algo en la jornada
anterior. Allí nació hacia el año 980 Guðríður Þorbjarnardóttir. Viuda joven de su primer marido muerto en el
mar, casó de nuevo con un
hijo de Erik el Rojo, y con él se enroló en el primer viaje de su cuñado Leifur Eiriksson a
Vinland en el continente americano.
Volvió a enviudar, casó de nuevo y con su marido realizó otra expedición a las tierras recién descubiertas al oeste. Allí parió a su hijo Snorri
Þorfinnsson, el primer niño europeo nacido en América.
Residieron después en Groenlandia, volvieron
a Islandia al norte de la isla y se establecieron en Glaumbaer. Desde allí, nuevamente viuda, emprendió viaje a Roma en expiación de sus pecados. Consiguió visitar al Papa y regresar a su hogar y pasó sus últimos días como ermitaña o monja. Pocos en la Edad Media han tenido la suerte o
valentía de hacer tantos
viajes como ella y llevar una vida tan llena de avatares. De la granja de
Laugarbrekka quedan cuatro paredes de piedra entre las que se erige una pequeña estatua de bronce que representa a Guðríður, sobre una barca vikinga sosteniendo en hombros a su hijo Snorri.
Hace ya muchos años, cuando estaba aprendiendo a leer me entusiasmaban, entre
otras, las aventuras gráficas del Capitán Trueno y sus amigos Goliath y Crispín.
El Capitán Trueno, como buen
caballero andante, acometía sus heroicas acciones encomendándose a Santiago( y cierra España) y a su adorada y añorada novia Sigrid reina de Thule. La tal Sigrid de Thule aparecía en algunos capítulos de la saga como una hermosísima rubia de largos cabellos que a veces acompañaba al héroe en sus
aventuras y demostraba aptitudes bélico-heroicas parejas a las de nuestro adalid. Interesado por saber dónde se situaba Thule en el atlas que había por casa, no tuve la fortuna de
localizar tan magnífico reino, aunque
por el contexto lo imaginara noreuropeo y gélido. Alguna enciclopedia
me puso sobre la pista de Islandia. Ahí nacieron mi interés y curiosidad por la isla, que ahora
visitaba y me asombraba a cada paso.
Thule aparece por primera vez en los escritos del historiador griego
Pitias, algunos siglos a. de C. De
localización incierta, aunque
parece ser que debía de estar en el
noroeste noruego, en la Edad Media se
asimiló este nombre
definitivamente a la Isla de Islandia. Y
como el capítulo de hoy va algo
de mujeres islandesas, a Guðríður y a Sigrid añadiremos la historia de otra más, la de Guðrún Ösvífursdóttir.
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Helgafell, granja al pie de la montaña |
Volviendo de
nuevo a cruzar la península, por las
carreteras 56 y 54, nos dirigimos a Stikkishólmur pasando previamente por Helgafell, la montaña sagrada. Helgafell es una montaña
de origen volcánico aislada en
medio de una pequeña llanura y en cuya
cima se ven restos de un templo dedicado a Thor que pasó a ser monasterio hacia el s. XII y en la
que el paganismo anterior a la cristianización situaba la puerta de entrada a la otra vida.
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El cementerio desde la cima. En el cercado pequeño está la supuesta tumba de Guðrún |
En la base de la
montaña, junto a la
iglesia y cementerio del pueblo o granja hay un pequeño cercado de madera que aloja la tumba de Guðrún Ösvífursdóttir. De su vida sabemos por la Saga Laxdoela que la
describe como la mujer más bella nacida en
Islandia. Su primer matrimonio terminó en divorcio y el segundo con la muerte
de su marido en el mar. Después fue pretendida por dos hermanos amigos de su infancia y curiosamente, enamorada de uno, se casó con el otro. Tal vez esto originara diferencias entre los
hermanos, que terminaron con la muerte del marido de Guðrún a manos de
familiares del hermano rechazado. Vuelve
a casarse por cuarta vez, sin olvidar sus deseos de venganza por el asesinato
de su marido que finalmente se salda con una importante compensación. Preguntada sobre a cuál de sus maridos amó más, parece ser que respondió crípticamente "A
aquel al para el que yo era peor, fue al que más amé". Finalmente se hizo monja, se recluyó en Helgafell y sus restos reposan
al pie de la montaña sagrada.
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En la cima. Restos del antiguo templo y lugar de las peticiones. |
Justo junto a la
tumba de Guðrún comienza el
camino que sube a la montaña. Esta subida fácil y breve concederá tres deseos siempre que durante la subida se observen unas
determinadas normas: No se puede mirar atrás, no se puede hablar nada durante la subida, las peticiones han
de honestas y limpias y se han de pedir en la cima, junto al templo y mirando
hacia el este. Aunque parece fácil, yo no lo conseguí, es difícil no mirar atrás y admirar y
comentar la belleza de las montañas del centro de la península cubiertas de nieve.
Por si acaso, mirando al este formulé un único deseo, el de
volver a la isla alguna vez. Estoy dispuesto.
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Puerto de Stikkishólmur |
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Desde el Breiðafjörður |
Después de una comida apresurada en un
bosquecillo, llegamos a Stikkishólmur con el tiempo justo de tomar el ferry que, cruzando el Breiðafjörður, el golfo de las mil islas, nos llevaría a la península de los fiordos del noroeste.
La travesía fue gratísima, con muy buen tiempo, un tibio solecito que daba una hermosa luz a los
innumerables islotes, amplios paisajes de mar y montañas y avistamiento de gran variedad y cantidad de aves. El barco hizo escala en la isla de Flatey,
la única habitada del
enorme fiordo, en donde dejó pasajeros y cargó la pesca del día: varios contenedores enormes llenos de lumpos unos peces
horrorosos con una extraña ventosa ventral y
de cuyas huevas se hace un buen sucedáneo de caviar. Tras dos
horas de navegación desembarcamos en
Brjánslaekur evitando
de esta manera un recorrido de al menos trescientos kilómetros por malas carreteras alrededor del
fiordo que nos podían suponer más de cinco horas de coche.
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Faro en el Breiðafjörður |
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Isla de Flatey |
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Brjánslaekur, final del trayecto en barco |
A poca distancia
de Brjánslaekur, unos diez minutos de coche, hacia el fondo del Vatnsfjörður,
pasado el cruce que va al norte, está Flókalundür, hito más que recomendable como entrada de las
tierras del noroeste. Flókalundür es un pequeño lugar con hotel y restaurante y sobre
todo con una poza geotermal junto a la
carretera sin indicaciones y junto a una
zona de aparcamiento en la que siempre hay algún vehículo. Del aparcamiento se desciende levemente un pequeño talud de piedra volcánica, de la altura justa para ocultar la poza de la carretera, y
allí está, a dos metros del fiordo, redonda con un
diámetro de unos
cuatro metros y aguas a 38º. Allí fue nuestro bautizo de aguas termales, un cálido baño mientras en el
atardecer del fiordo el ambiente estaría a unos diez grados. Allí nos demoramos al menos media hora, disfrutando
del agua y las vistas sobre el fiordo desde placidez cálida de la poza antes de proseguir
nuestro camino hasta Patreskfjörður, donde haríamos noche.
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Baño mirando el fiordo |
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Ruta de la jornada |
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