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Frailecillos en Latrabjarg |
El albergue de Patreskfjörður tiene habitaciones dobles con baño lo que es de agradecer y unas sensacionales
vistas del pequeño pueblo ante el fiordo que completan la
excelencia. En la cena degustamos un
exquisito salmón islandés y la amable sobremesa de todas la
noches. El nombre del pueblo le viene de
la veneración de los primeros colonos, irlandeses,
a San Patricio. No llega a mil habitantes, turistas incluidos, sin embargo
tiene todo tipo de servicios.
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Playa blanca en Patreskfjörður |
Tras las primera rutinas de la mañana, subimos de nuevo al coche para ir por
las carreteras 62 y 612 a los acantilados de Látrabjarg ornitológico objetivo de la mañana. En el estrecho espacio entre la carretera y
el fiordo vimos desde el coche una zona con banderines de diversos colores que
nos llamó la atención. José nos
explicó que eran nidos de eider y que las distintas banderitas eran
identificativos de las personas a las que pertenecía la explotación
comercial de cada nido. El plumón de
eider es muy apreciado en los países nórdicos para la fabricación de
edredones y ropa para el frío que se vende a precios exorbitados
Los eider hacen su nido en el suelo junto al agua, sobre las
piedrecillas depositan plumas pequeñas que se arrancan de su pecho y
que garantirá el mantenimiento de calor a los huevos durante la incubación y a los
pollitos recién nacidos. Si pasas con cuidado
junto a los nidos, silenciosamente y sin molestar, la hembra permanecerá en el
nido de manera que el huevo no `pierda calor.
Para recolectar el plumón, hay que hacer que la hembra
abandone el nido por poco tiempo y sustituir parte del plumón del
nido por otras plumas similares que no añada trabajo a los eider.
Donde la carretera dobla el fiordo hay un barco, varado en la arena
que según nos contó José fue el primer pesquero a motor que se usó en la isla. Un poco más adelante nos encontraríamos junto a unas enormes naves los restos de
un avión americano de la segunda guerra
mundial que forma parte de un museo de
cachivaches montado por algún excéntrico caprichoso. Cerca hay
una gran playa, con gran extensión de arena blanca en el fondo del fiordo y en
una parte del arenal los restos de un antiguo aeropuerto caído en desuso.
El insólito color blanquecino de la
arena se debe a que está formada de restos de conchas de
moluscos, no de piedra volcánica que sería negra o muy oscura. Suelen anidar en ella colonias de cisnes cantores, presagio de la jornada de pájaros que nos esperaba.
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Cisnes cantores |
Después de dejar Breidavik, lugar de playas ventosas, subimos a los
acantilados de Látrabjarg
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Acantilados cerca de Breidavik |
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Acantilados de Latrabjarg |
Látrabjarg
se sitúa en el punto más occidental de las costas de Islandia y de
allí a Groenlandia solo hay una
travesía de apenas trescientos kilómetros.
Son unos acantilados muy altos, cuatrocientos
metros nos dijeron aunque yo creo que será algo menos. Las paredes
verticales alojan colonias de millares de aves que llenan el aire de vuelos,
graznidos o como se llamen los sonidos que emiten y olores más que especiales. Al
borde del precipicio y cuidándonos muy mucho del fuerte
viento, pasamos varias horas intentando distinguir la gaviotas tridáctilas de los fúlmares, las alcas tordas de los araos y haciendo fotos a los
frailecillos -lundi en islandés- calmados vigías de los acantilados y grandes nadadores de
vuelo poco vistoso. Algún cuervo se dejaba ver también por aquellas latitudes Si había millares de aves, parejo le andaba el número de fotógrafos de toda nacionalidad y
atuendo, aunque creo que predominaba el número de japoneses, como en casi todos sitios. Desde los acantilados pudimos ver también el pesado descanso de algunas focas en los
islotes de roca pelada. Y en los prados
ya abrían las flores de la Silene
acaulis y la Armeria maritima.
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Pareja de Frailecillos |
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Oteando el mar |
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Por el borde de los acantilados de Látrabjarg |
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Haciendo amistades |
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Lundi, nombre islandés del frailecillo |
Concluída la sesión de fotos, el día de pronto se metió en lluvia y de vuelta hicimos comida viendo
llover tras los cristales del restaurante de Flokalundur (donde está la poza en que nos bañamos ayer tarde). La sopa estaba exquisita. Desde allí, de nuevo en el coche, continuamos hacia el norte por la sesenta,
entre golpes de limpiaparabrisas que nos entrecortaban el espectáculo de lluvia, y ríos furiosos que nacían en los bajos de enormes
neveros. El destino de la sobremesa era
la cascada Dynjandi en el Dynjandisvogur que bajando de los neveros que
atravesábamos iba a caer espectacularmente
blanca y generosa en las proximidades del Arnarfjörður. Menos de un kilómetro faltaba cuando nos encontramos la carretera cortada por un alud
de nieve que desprendido por la lluvia ocupaba en grandes bloques de hielo y
nieve todo el ancho de la calzada.
Posiblemente hubiéramos podido limpiarla con
trabajo y pasar, pero se podían prever nuevos aludes que definitivamente nos podían tapar la única vía de regreso: lamentablemente
Dynjandi, para algunos la cascada más bonita
del Islandia quedó para ser vista en fotos o en
otro viaje. De vuelta por el mismo
camino fuimos bordeando uno por uno los fiordos que confluyen en el gran golfo
Breidasförður: Kjalkafjörður, Kerlingafjörður, Skálmarfjörður, Kvigisdisfjórður, Kollafjörður, Djupifjörður, Thorskafjörður hasta llegar a la península de Reykholar
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Deshielo en las penínsulas del Noroeste |
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Parada y sesión de fotos en la lluvia |
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Alud de nieve y hielo en la carretera de tierra a Dinjandi |
Por el camino, infinidad de cascadas sin nombre y que aquí serían un reclamo turístico de primer orden,, un grupo
de patos arlequines, cisnes cantores, amapolas amarillas y ovejas, muchas
ovejas en las carreteras estrechas, a veces de tierra y a veces en obras. La oveja es la reina de la carretera
islandesa, allí está permanentemente, redonda, con sus dos cuernos y sus dos crías, Tumbadas al calorcillo del asfalto, se
levantan muy calmadas cuando el coche se les aproxima o te hacen ir detrás de ellas hasta que se les antoja salir a la
cuneta. Si, por desgracia, colisionas
con una de ellas, tu obligación es comunicarlo y pagar el daño de la oveja y el del coche. Solo un problema, ¿a quién lo comunicas o pagas si no hay
una persona o una granja en bastantes kilómetros en la redonda? Afortunadamente no se nos dio el caso. Las ovejas islandesas tienen siempre dos crías. En el caso de que en el primer parto sea
de un solo cordero, esa oveja es considerada no idónea (rentable) para la reproducción y en octubre será destinada al sacrificio. A base de ese procedimiento la raza está cada vez más depurada y por ende rentable.
Pasan la primavera y el verano con la única obligación de pastar con sus crías que para el otoño han de estar casi adultas. En
invierno se estabulan y se les programa la preñez y el parto para principios de la primavera. Los machos, veranean solos y juntos y la
mayoría de las crías masculinas se destinan para consumo. El sacrificio es siempre en otoño y las carnes serán congeladas aunque en esos días entre festejos se come fresca.
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Gloria en una cascada anónima. Sorprendentemente bellas |
La
granja en que nos quedamos esa noche, en Reykholar,
es una granja de ovejas y en las fechas en que estuvimos por allí se cortaba y recogía el heno para el invierno. Dos
perros pastores nos acompañaron desde nuestra llegada
obsequiándonos continuamente con un balón o con piedras para que se las arrojáramos y devolverlas. Skólda, uno de los perros nos acompañó permanentemente con sus piedras incluso
hasta la poza de aguas caliente en que nos relajamos antes de la cena que esa
noche sería cordero. La granja, asentada espectacularmente en un
llano entre las montañas y el mar, estaba
perfectamente equipada: wifi, sauna, dormitorios para dos y salón biblioteca en el que incluso había un piano bajo un enorme mapa de Islandia. No era de extrañar pues, que el dueño se nos antojara hermano gemelo
de Richard Clayderman, aquel meloso pianista de otros tiempos, pero que a tenor
de los cuernos colgados por el salón nuestro
huésped debía de tener más afición a la caza que a los bemoles.
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Melasól (Papaver radicatum) Amapola amarilla de los fiordos del oeste |
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Recorrido del día |
Fantástico relato , recorrido muy chulo.....me da buenas vibraciones cuando me tengo que parar porque pasan vacas u ovejas...
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