La jornada se
presentaba larga y kilométrica: llegar a
Akureyry nos proporcionaría más de trescientos kilómetros de carreteras no muy anchas. La 60, la 59 y la 68 nos llevarían hasta la gran carretera circular de
Islandia, la Þjóðvegur 1. Con un descanso para el café en un área de servicio nos
desviamos por las carreteras occidentales de la península de Vatsnes hasta la playa en que el lago Sigrídarstadavatn se abre al Húnafjörður.
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Avistando focas y ánades |
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Focas dormitando en la playa |
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Charrán ártico defendiendo su territorio de cría |
En la orilla opuesta, a menos de
cien metros, sobre la playa dormitaba una colonia de más de doscientas focas mientras que otras
nadaban por el estrecho asomando de cuando en cuando sus bigotes junto a las
colonias de eideres que nadaban por los alrededores. Krías, ostreros y charranes árticos nos sobrevolaban expectantes y junto a la playa de arenas
negras, violas tricolores compartían suelo con las armerias
marítimas.
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Viola tricolor de la playa de Hvisterkur |
Paseamos un trato por las arenas negras hasta
una roca volcánica aislada a
pocos metros de la playa. Se le conoce
con el nombre de Hvítserkur, y la llaman también el rinoceronte de
piedra. La dureza de los distintos
materiales volcánicos y la acción del mar le han excavado dos aberturas,
una con forma de pez, que dan a la roca el aspecto de un gran rinoceronte
bebiendo del agua del mar. Los
islandeses prefieren creer que es un troll petrificado al ser sorprendido por
los rayos solares, fenómeno que se da en
no pocas ocasiones, rocas e islotes
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Voilà |
De camino a Blönduós atravesamos la región de los montes-teta (nombre que yo les
doy). Se trata de una planicie en que se
levantan montecitos de no más de cuatro metros de
alto con una mota vegetal en la cima y que recuerda inexcusablemente una teta
en reposo con su pezón erecto. Según me contó nuestro guía se formaron por desprendimientos de
paredes glaciares con aporte de hielos, roca y tierra que se ha ido erosionando¿?
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Camino de Blönduós |
En Blönduós paramos para ir a un Vinbudin.
Los Vinbudin son establecimientos en que se pueden adquirir bebidas
alcohólicas. En los supermercados convencionales no se
vende alcohol. Solo les está permitido vender cerveza con muy baja
graduación. Si queremos algo más fuerte, lo encontramos a generoso precio en los Vinbudin. Por lo general tienen un horario breve de dos
a seis de la tarde. Cervezas, vinos italianos, californianos, alguno español y bebidas blancas además de Brenivin es su oferta. El Brenivin es un destilado típico islandés hecho a partir de la fermentación de la patata y que alcanza los 37º aproximadamente. Es típico tomarlo de aperitivo con el hakarl,
tiburón fermentado, desecado, semipodridoy maloliente, una delicatessen con las
que muy pocos se atreven. Yo no. El alcohol es caro en los bares y una opción viable es comprarlo en los Vinbudin -que sigue siendo caro - y
tomarlo en casa y eso hacíamos con cierta frecuencia: comprar cervezas Viking o Thule en latas que
enfriábamos con nieve y
que acompañaba a nuestras comidas
en ruta o en los albergues.
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Un fiordo más |
Hay en Blöndós una casa-museo de esculturas de hierro al aire libre junto a
otras con jardines sembrados de ruibarbo.
Desde allí tienes unas bellas
vistas al mar y a los fiordos occidentales de la península del noroeste que visitamos ayer. También hay una iglesia moderna y fea junto al café en que descansamos un rato de
coche. Continuamos por la Þjóðvegur 1
sin otro aliciente que montañas, nieve, fiordos
y cascadas hasta Varmahlid, junto a un precioso valle verde encajonado
entre montañas en el que las
aguas que vienen del Hofsjökul han ido sedimentando tierras
cultivables entre los meandros antes de llegar al fiordo.
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Granja de Glaumbaer con los transportes del diecinueve: carretilla y trineo |
Cerca de Varmahlid
está Glaumbaer
de la que ya hablamos en el capítulo cuatro, en me la historia de la vida y viajes de Gúdridur Thorbjarnardóttir
y del primer europeo-norteamericano su hijo Snorri. Hay en Glaumbaer una granja
tradicional del siglo diecinueve, que merece la pena visitar para conocer dónde y cómo vivían en la Islandia
rural (redundancia) hace ciento cincuenta años. Está construida con paredes de bloques de turba sobre los que se
asienta el techo de césped y musgo. Un largo pasillo da acceso a habitaciones a
ambos lados, cada una con función específica, cocina,
comedor, dormitorios, bodega, quesera, almacenes, salas de estar... todas ellas
con mobiliario y enseres de la época. Al lado establos y
graneros para los animales. Atrajeron mi
curiosidad algunos instrumentos musicales de cuerda tipo rabel, utensilios de
cocina para fabricar mantequilla, ruecas para hilar o una enorme vértebra de ballena en la cocina utilizable
como asiento. Una especie de
biblioteca-museo fotográfico conforma la
recepción en que puedes informarte
y comprar tu entrada.
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Desde una ventana de la Granja |
Junto a la Granja
están la Iglesia y el
cementerio de Glaumbaer. Entre las
tumbas encontramos de nuevo la estatua de Gúdridur sobre la barca llevando a Snorri sobre su hombro exactamente igual a la que ya
vimos en la granja de Laugarbrekka.
Sobre las lápidas que señalan las tumbas en las que descansa generalmente un
matrimonio, es frecuente ver en mármol o metal dos pajaritos en actitud amorosamente tierna. Un carro y un trineo antiguos a la puerta de
la granja completan el idílico paisaje del
valle en la cabecera del Skagafjörður. Y contraponiendo estas
notas, en un cercado anexo a Iglesia y cementerio, pastaban enormes carneros,
casi de tamaño de toros, los
privilegiados machos que habrían de asegurar la
reproducción del ganado ovino,
descansando hasta el otoño.
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Bajando por Öxnadalur hacia Eyjafjördur y Akureyri |
La carretera a
Akureyri discurre por los valles de Öxnadalsheidi y Öxnadalur, que
circundan por el sur el pequeño glaciar
Tungnahriggsjökul. Desde la carretera se ve la elevada mole del
glaciar a lo lejos entre sierras y cuchillares increíblemente escarpados y de los que descienden tumultuosas corrientes
que sedimentan a ambos lados del río. Cuando llegas a Akureyri
tienes la sensación de volver de
nuevo a la civilización. Como en todas las ciudades, tras atravesar
los polígonos industriales
y comerciales, se llega a las calles con gente, a las casas familiares, a algún bloque de edificios y a los semáforos.
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Semáforo con corazón rojo |
La luz roja de los semáforos de Akureyri tiene forma de corazón: durante la crisis bancaria y financiera que sufrieron en el
pasado decenio, los islandeses comprendieron que el mal estaba hecho y que para
levantar el país y los ánimos nada mejor que ponerle "corazón" al asunto. Y ese ánimo en forma de corazón se trasladó hasta a los semáforos.
Tras alojarnos en
el céntrico albergue
('The guide, the guide' nos preguntaba la recepcionista refiriéndose al nuestro guía, pero que a nosotros fonéticamente nos sonó a otra cosa que fue motivo de guasa
durante unos días) nos fuimos a cenar
y disfrutar de la ciudad. La cena fue en
Bautinn, un restaurante recomendado por 'the guide' y que obedeció a las expectativas. Variamos comidas, por probar un poco de todo: sopas, ensaladas, caballo, cordero, salmón… Yo me atreví con black guillemot (arao), un ave de acantilado
de oscuras y sabrosas carnes similares al pato.
Después, paseo turístico por la ciudad y copas, y para
alguien que quería algo que no quitara
el sueño pedimos,
parangoneando a la alcaldesa de la capital del reino, una relaxing cup of
tea. Nos fuimos tarde al albergue, pero
todavía había mucha luz en el interminable crepúsculo de aquellos días en el norte de la isla.
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Akureyri a las once y dos minutos de la noche |
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Recorrido del día |
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Continuación recorrido del día |
Ehhh esos rones con coca-cola en la segunda ciudad de Islandia....¡¡¡.........esperamos mas historias..ya te preguntaré más detalles.....
ResponderEliminarGracias por tus comentarios. Seguiré escribiendo y colocando fotos poco a poco hasta llegar a catorce capítulos, Espero que te guste y sirva para cuando te decidas a visitar Islandia
ResponderEliminarPaís apasionante, dentro de poco , me contarás....
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