Pide que el camino sea largo.

Que sean muchas las mañanas de verano

en que llegues -¡con qué placer y alegría!-

a puertos antes nunca vistos

sábado, 6 de diciembre de 2014

ISLANDIA 7.- MYVATN



 
Lago Myvatn y volcán-tuya

A bordo del Níels Jónsson,saliendo del puerto de Hauganes debidamente disfrazados

Avistamiento de ballenas jorobadas: Visto...
    La mañana iba a ser marinera: desde Akureyri nos desplazamos al puerto de Hauganes donde nos disfrazamos con un mono rojo que nos protegería de agua, viento y frío, que los había esa mañana.  El barco se llamaba Níels Jónsson  y en él embarcamos en singladura por el Eyjiaförður.  A pesar de los guantes, los dedos estaban helados, tanto como la punta de la nariz o los pies. 
... y no visto
     El patrón nos iba avisando con una metonimia del reloj la dirección en que emergían las ballenas: Twuelve" si era a proa,  "Six" para la popa,  " Eight" , a babor, algo atrasado, Three para estribor  Así logramos ver en un rato más de diez ballenas jorobadas que son las que recalan en esos fiordos. El avistamiento era efímero: un momento fugaz mientras asoman la cabeza para respirar y desaparecer de nuevo en las frías aguas despidiéndose con la cola hasta dentro de bastantes minutos tal vez a kilómetros de distancia.   
Eyjiaförður

Dos de un tirón

¿Cinco kilos?
     Cansados de avistamiento comenzamos una sesión de pesca de bacalao con caña.  He pescado pocas veces en mi vida, más bien lo que he hecho es tirar la caña y aburrirme esperando una captura que no solía venir.  Con tales precedentes la pesca  no era lo que más me seducía esa mañana y decidí no pescar y emplear el rato en hacer fotos del fiordo y las montañas con nieve y tal vez alguna eventual captura de los compañeros de expedición. Sin embargo al ver que los demás sacaban hermosos bacalaos solo con hacer que los señuelos tocaran fondo en la ría, me animé a coger una caña y probar.  En efecto, al momento de sentir que los anzuelos llegaban al lecho del fiordo, con un simple tirón ya podías sacar uno y a veces dos bacalaos en sendos anzuelos y de buen tamaño.  En poco más de media hora saqué seis o siete y Gloria otros tantos.    Al final resultó una experiencia única, de las más emocionantes de esos días.  Así y todo después de aquella pesca gloriosa pienso que sigue sin gustarme, tal vez porque ahora sé que nunca será lo fructífera que aquella mañana

Akureyri desde la otra orilla del Eyjiaförður

Después de revisitar el centro de Akureyri y renovar avituallamiento, salíamos de nuevo en coche hacia el este, haciendo parada y comida en Goðafoss , la cascada de los dioses.  Una impresionante caída de agua de unos doce metros de altura pero con una anchura de cincuenta metros repartidos en diversos chorros que pulverizan en majestuosa caída el agua del Skjalfandafljot, deshielo del Vatnajökul en las proximidades del volcán Bárðarbunga.  El tiempo soleado ensalzaba la majestuosidad de la cascada. 
Goðafoss, la cascada de los dioses
     Según las Saga de los Islandeses allá por el año 1000, con el cambio de milenio, los islandeses, mitad paganos, mitad católicos se plantearon unificar criterios religiosos y oficializar una única religión en la isla.  Tras arduos debates en Þingvellir,y sin llegar a acuerdos, pidieron el arbitraje de uno de los hombres más respetados de la asamblea, Þorgeir Ljósvetningagoði quien, aunque de creencias paganas, podría hallar una solución aceptable para todos.  Se retiró Þorgeir  al campo, en pleno santuario natural de Þingvellir totalmente nevado, en crudo invierno y protegido solamente con  pieles de cabra y al cabo de unos días de ardua meditación anunció al Alþingi (Asamblea de Jefes) la mejor o más ventajosa opción:  a partir de ese día Islandia sería cristiana pero se conservarían ciertas costumbres paganas, algunas bastante crueles, y en privado, rigurosamente en privado, se podría seguir invocando a los viejos dioses Thor, Odín, etc. y continuar con un paganismo de puertas adentro quien lo quisiera.  Acto seguido Þorgeir recogió todos los iconos paganos que pudo, viajó al lejano norte, a nuestra cascada y en ella arrojó todos los símbolos del paganismo recién abandonado.  De ese hecho le viene el nombre de Goðafoss cascada de los dioses, o los goði.
Goðafoss

Pseudocráteres entre Goðafoss y Myvatn

       En el campo islandés, especialmente en el menos habitado y en los extensos desiertos de lava, aparecen frecuentemente hitos hechos a base de amontonamiento de piedras que alcanzan diferentes alturas.  Servían en tiempos pasados de guías de caminos  ya que se avistan de lejos o que sobresalen por encima de la nieve.  La mayoría de ellos son muy antiguos y en la actualidad creo que están declarados o intentando declararlos parte del patrimonio cultural de Islandia y como tal gozan de un cierto nivel de protección.  Ocurre, sin embargo,  que cualquiera se baja del coche y en dos ratos construye un amojonamiento por su cuenta y riesgo por aquello de la moda o de la filosofía zen y los hitos realmente antiguos han encontrado en sus hermanos espurios los peores enemigos desde el punto de vista cultural. Para evitarlo, en algunos lugares se han habilitado zonas en que se pueden fabricar hitos a sabiendas de que no formaran parte del patrimonio histórico y permitiendo así el dudoso arte de los viajeros más creativos. 
Recovecos del lago Myvatn y volcanes mesa
      De Godafoss a Myvatn hay un paso.  El nombre Myvatn que hace referencia a la zona y actual parque natural significa lago de los mosquitos, por los muchos que abundan en los alrededores hasta hacer insufrible la estancia.  Nosotros afortunadamente no los padecimos, no sería la época.  En la extensión del parque natural, un espacio relativamente pequeño, se tiene oportunidad de observar y estudiar todos los fenómenos geológicos imaginables y una gran diversidad de paisajes y vistas impresionantes e irrepetibles.
Paseo por Dimmuborgir
 

Formaciones lávicas en Dimmuborgir
     Al sureste del lago, por comenzar por algún sitio, la primera sorpresa: Dimmuborgir (dimmu, oscuridad y borgir, fortaleza) es una zona que recuerda, en efecto los restos de una gran ciudadela, negra destruida por el tiempo.  En un recorrido a pie , no es posible de otra manera, caminas entre cavernas formadas por roca, arcos naturales, pilares lávicos que semejan chimeneas, corredores y pasillos laberínticos, todo ello de lava de color muy oscuro a la que se agarran agónicos el abedul enano y el sauce lanudo de no más de metro y medio de altura.  Dentro de ese laberinto negro es leyenda que en temporadas lo habitan los 13 duendes de la navidad, los Jólasveinarmir o Yule Lads.  Son trece jóvenes-ancianos hijos de la malvada troll Grýla que según la tradición gastaban bromas muy pesadas a los islandeses, como robarles la carne, la leche o la mantequilla, hacer ruidos de noche,  abrir las puertas e incluso comerse a los niños.  Hoy en día la tradición ha restado malevolencia a estos duendes y ha relegado su trabajo a los trece días previos a la navidad.  Desde el día 13 de diciembre los niños ponen sus mejores zapatos exquisitamente limpios en la ventana y cada noche uno de los jólasveinar, les deja un regalo si los niños en cuestión se han portado bien.  En el caso contrario le dejarán una patata podrida. 

Salix lanata, sauce lanudo en Dimmuborgir
Subiendo al cono del volcán Hverjal
     En las proximidades un poco hacia el norte está el volcán Hverjal, desde cuyo cono se domina el lago Myvatn, Dimnuborgir, el desierto de Ódadahraun, los volcanes tuya, las montañas policromadas próximas a Námafjial y los vapores y humos del Krafla.  Tras una subida de poco más de un kilómetro se accede al borde del cono, una circunferencia perfecta por la que se puede circunvalar el volcán y admirar los alrededores.  Durante el recorrido nos fue castigando un viento helado y terrible que amainó algo al final y nos permitió tener unas vistas preciosas sobre los lejanos volcanes tuya o volcanes mesa, y un atardecer pleno de colores rojizos sobre el lago (atardecer que duraría cuatro o cinco horas más).


Cono del volcán Hverjal y lago Myvtn

Otra de Myvatn desde el cráter
     Tras descender del volcán nos alojamos en bungalows  del camping Vogar.  Esa noche teníamos cena española, huevos fritos con jamón de Extremadura, a la que se sumó el salmón ahumado islandés.  A falta de vino como mandan los cánones, cerveza Thule o Viking de color ambarino oscuro y sabor fuerte.  Un enorme mapa de Islandia que cubría toda una pared del salón, un piano desafinado y una estantería de libros ininteligibles nos acompañaron en la sobremesa.  Fuera seguía el lento atardecer y la semiclaridad que nos acompañaría toda la noche. 
Námafjial en el lento atardecer del cráter

Recorrido del día

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