Pide que el camino sea largo.

Que sean muchas las mañanas de verano

en que llegues -¡con qué placer y alegría!-

a puertos antes nunca vistos

viernes, 23 de enero de 2015

ISLANDIA 9. HERDUBREID


Herðubreið , anchos hombros.


Túnfífill, diente de león en el área del Myvatn

     El día presentaba un intenso programa de muchos kilómetros y horas y a las las nueve, estábamos en el coche para retomar la carretera hacia el este.  El cielo limpio nos prometía hermosas y largas vistas entre el desierto del norte y los fiordos del este.  La carretera dejó a la izquierda las desviaciones para Dettifoss y el puente sobre Jökulsá á Fjiollum.
Desierto de Ódáðahraun
Ódáðahraun y la montaña Herðubreið 

     A la derecha se extendía el terrible Desierto de Ódáðahraun, cien kilómetros a la redonda de lava, arenas volcánicas y blanquecinos ríos procedentes del otro gran desierto helado del sur, el inmenso glaciar Vatnajökull.  Y en medio del desierto de lava, Herðubreið la montaña emblemática de Islandia, con un enorme cono de nieve sobre su meseta nos recordaba la carpa de un circo o un pastel de cumpleaños cubierto de nata.  Herðubreið es otro volcán tuya que erupcionó en el Pleistoceno bajo una gruesa capa de hielo de varios centenares de metros que aplanaron su superficie  superior y que otra erupción posterior,  con menor volumen de hielo sobre ella, formó el cono que lo sube hasta  1682 metros.  No tiene una gran altura pero su ascensión, aparentemente asequible, es bastante difícil.  Su nombre viene a significar “anchos hombros o ancha espalda” y su contemplación se vuelve hipnótica desde muchos puntos de la carretera Uno desde los que es visible en medio del desierto de lava de Ódáðahraun desde Myvatn hasta Egilsstaðir.  Su acceso, es complicado, por las carreteras 88 o la 905, cada una por una margen del Jökulsá á Fjiollum cuyos afluentes hay que vadear.
Gloria ante el Herðubreið
     Ódáðahraun significa “campo de lava de los bandidos”  debido a los múltiples casos de proscritos que se autodesterraban en él huyendo de la justicia y allí pasaban ocultándose de sus perseguidores los veinte años que habían de transcurrir para que su delito prescribiese.  Entre las leyendas de esos proscritos destaca la de Fjalla Svindur (Svindur de la montaña) y su esposa Halla que vivieron, en el siglo VIII, veinte años de sus vidas en estas regiones entre robos, asaltos, detenciones, huidas y reencuentros ocultándose largos inviernos en glaciares y cuevas, alimentándose a veces de la carne de su caballo o de las raíces de la angélica (Angelica  archangelica) planta nacional de Islandia en las cercanías del Herðubreið o el cercano oasis de Herðubreiðarlindir.  Esta historia la cuenta el cineasta sueco Victor Sjöström en su película “El fuera de la ley y sus esposa” en la que se canta una de las más famosas y trágicas nanas islandesas “ Sofðu agnu astin min” (duerme, pequeño amor) que canta Hella antes de arrojar a su hijo a una cascada. Se pueden ver sendos videos en estos enlaces:

Un alto en la carretera
     El viaje continuó por la carretera Uno entre múltiples paradas para fotografiar el  Herðubreið, las montañas, los neveros o los torrentes hasta llegar a Egilsstaðir, la capital del este de la isla y en muchos días de viaje el primer lugar con calidad de ciudad mediana.  Eggilstaðir se nos presentaba esa mañana luminosa como una ciudad amable, moderna, verde, ordenada y civilizada.  Tras días de  impresionante, salvaje y solitaria naturaleza veíamos de nuevo un buen número de edificios agrupados, calles, avenidas coches, tiendas,cafeterías y sobre todo gente.  Aprovechamos para reabastecer la despensa, para comprar tarjetas de memoria para las cámaras, que las otras estaban llenas de fotos, pasear por la ciudad y tomar un café, que nos sirvió una chica de preciosos ojos verdes (Pretty Eyes),   al tiempo que nos enterábamos de la abdicación del rey Juan Carlos.

Subiendo a Hengifoss.  La cascada se ve al fondo, casi en el centro, un poco a la izquierda en un cortado más oscuro.  A su izquierda otras cascadas más pequeñas
Impresionante Hengifoss
     Continuamos conduciendo hacia el sur por la margen izquierda del lago Lagarfljot  y tras unos kilómetros nos dispusimos a hacer un paseo de un par de horas o tres para ver la cascada de Hengifoss.  En la subida, algo exigente, no sabes si mirar a tu derecha y ver el impresionante torrente con pequeños arcoíris entre piedras ocres, buscar  a la izquierda otras cascadas más pequeñas, descubrir al frente la majestuosidad de Hengifoss o descansar la vista mirando a tu espalda el lago Lagarfljot y las verdes praderas entre las que discurren los meandros del río que baja de Vatnajökull.  Tras vadear el torrente varias veces se llega al pie de la cascada de deja caer desde ciento treinta metros y entre paredes estratificadas de diferentes ocres un volumen majestuoso de agua y carámbanos que forma en el punto de caída un enorme cono de hielo en el que el agua líquida rebota y forma espléndidos arcoíris.  La subida y el largo paseo hacen que no sea una cascada muy visitada, nosotros solo coincidimos con otras cuatro personas,  pero la soledad del trayecto, el fragor del torrente y la majestuosidad de la cascada hacen que Hengifoss sea una de las visitas que considero imprescindibles. Nuestro vídeo de la cascada en el siguiente enlace:

Hengifoss


     El lago Lagarfljot, se nutre del Jökulsá i Fljótsdal que baja  del Glaciar Vatnajökull.  Además de sus propias  aguas recibe otras desviadas en grandes obras de ingeniería para aprovechamiento hidráulico.  Eso ha hecho que el lago recoja más aporte sólido, arenas y cenizas volcánicas que han cambiado drásticamente y para mal las condiciones ecológicas de la zona.  Como el lago Ness, este también tiene su monstruo, el Lagatfljotsormurinn, que también debe de estar sufriendo este atentado ecológico.

Ovejas pastando con vistas a los meandros del Jökulsá i Fljótsdal junto al lago Lagarfljót
En el otro margen del lago está el mayor bosque de Islandia, el Hallormsstaðsrskógur, con coníferas y abedules de buen tamaño para lo que se ve en las isla.  Recorrimos el bosque cabalgando, primero  a paso normal y luego a veces a ese trotecillo especial que tienen los caballos islandeses.

Valle de Breiddalsvik y la Carretera Uno
Valle de Breiddalsvik
     De nuevo en marcha, bajamos por el valle glaciar de Breiddalsvik buscando los fiordos más septentrionales del este.  La carretera una por estos valles está sin asfaltar en muchos tramos y la velocidad ha de ser reducida.  Tanto mejor:  los paisajes entre montañas nieve y niebla son impresionantes.  Justo llegando a la costa el cielo se nubló por completo y el paisaje se metió entre nieblas.  Así llegamos a Berunes, un pueblecito-granja en que había un alojamiento con un encantador aire islandés de principiso del siglo XX en el que nos alojamos.  El conjunto lo componían un total de ocho o diez casas diseminadas, un lugar para acampadas, una iglesia de madera y adosada a ella un cementerio casi familiar.  Todo ello en medio de un prado al lado de las playas pedregosa que da vista a la isla de Papey cuyo nombre le viene de los frailes papar que se establecieron en ella desde los primeros tiempos de la colonización allá por el siglo X.

Berunes, albergue, iglesia y cementerio

Como quedaba algo de tarde, entre la niebla nos bajamos a la playa  en la que anida multitud de aves marinas especialmente eider y krías y  en cuyos bordes florecen el Taraxacum, diente de león (túnfífill) , la Armeria marítima (geldingahnappur) y el Plantago marítima (kattartunga).


Mapas del recorrido entre Myvatn y Berunes


No hay comentarios:

Publicar un comentario