Pide que el camino sea largo.

Que sean muchas las mañanas de verano

en que llegues -¡con qué placer y alegría!-

a puertos antes nunca vistos

sábado, 4 de febrero de 2012

APPOCALIPPSIS

  

        “Et erunt signa in sole et luna et estellis et presura gentium prae confusione sonitus maris”

        Yo, Manuel, compañero y hermano en la tribulación me encontraba en la isla de los programas  del corazón cuando caí en el éxtasis de la visión de los informativos y oí una potente voz que decía: “Lo que oyes, reflexiónalo y escríbelo, que las siete redes puedan publicarlo”

       Y vi que la patronal y los sindicatos sonreían tras acuerdos ominosos para el trabajador…  Y vi que el elegido se empecinaba en mutismo mientras voceaban agoreras sus siete trompetas largas agonías coyunturales…   Y vi a la gran prostituta de la banca culpando a los padres de la patria de la hecatombe que se nos cernía.   Y vi que los jueces justos eran juzgados por intentar juzgar ignominias de oro y sangre mientras que los siete sellos de Gürtel se cerraban indemnes en bancos suizos…  Y me fue dado ver cómo la bestia se sentaba y acomodaba en el regazo de la babilonia europea y seguía fielmente sus designios.
   
          Otras muchas señales vi, algunas de las cuales juzgo disuasorias o con espíritu y voluntad de distraerme de las visiones enjundiosas: el frío siberiano, las bodas y divorcios notariales, los nuevos estudios de trívium obligatorio y de trívium voluntario, las reducciones en el ejército de nuestro mundo americano a números similares a los tiempos previos a la caída de la jerusalem neoyorquina, las protuberancias y explosiones solares, el calendario maya…

          Y mientras la mujer hacía sonar sus siete trompetas meteorológicas, a duermevela medité si era el cuento de “¡Que viene la bestia!” o era que realmente la bestia venía.


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