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Que sean muchas las mañanas de verano

en que llegues -¡con qué placer y alegría!-

a puertos antes nunca vistos

viernes, 3 de octubre de 2014

ISLANDIA 1: GULNI HRINGURIN

Toma de contacto con la naturaleza de Islandia

      La mañana del 24 de mayo del 14 amaneció gris.  No habíamos dormido mucho, a pesar del cansancio del viaje o tal vez por esa misma razón añadida al desconcierto del equipaje, la luminosidad de la noche y el paso de un día espléndido a un permanente atardecer gris de nubes.  Durante el desayuno, al que sólo ponía nota exótica una mezcla de leche y yogur entre ácida y amarga, fuimos conociendo a los otros ocho con los que durante trece días compartiríamos coche, mesa, dormitorio, viento, agua, frío y conversaciones. 

            Tras el primer tetris de mochilas y cajas en el maletero y con decepcionantes augurios por el aspecto del cielo, salimos hacia el sur de Reykjavík para adentrarnos en nuestra primera carretera de tierra y piedra negras que discurría solitaria  por entre la lava de la península de Reykjanes (carretera 42).  Al poco tiempo, el primer lago, el Kleifarvatn, las primeras palabras en islandés ( vatn y reyk, agua y humo respectivamente) y la primera sintaxis (Reykjavík, bahía humeante).  Como está a punto de aparecer la primera grafía extraña del alfabeto islandés ,la letra Đ en minúsculas ð, aclararé que su pronunciación es próxima a nuestra d.  Pronto aparecerá la letra Þ - þ cuyo sonido es el de la th inglesa (en thing) o la española z .  Humildemente, como medida de urgencia y sin pretensiones eruditas añadiré que el conjunto ll ha de pronunciarse como tl, el grupo hv como cu, la j igual que una i en diptongo y el diptongo au como oi.  También conviene advertir que el acento islandés es fundamentalmente esdrújulo y a veces múltiple. 

Fumarolas de Seltún en Krýsuvík
            La primera parada del día fue en las fumarolas de Seltún en Krýsuvík que recorrimos bajo un lluvia suave y entre el olor a azufre que nos acompañaría intermitente pero pertinaz durante los próximos tres mil kilómetros.  Negro, verde, azul, marrón y amarillo entre borbotones de barro y el gris del vapor de agua.  Unos metros más adelante el humo de las fumarolas, el verde del lago Grænavatn y una pequeña granja con casitas azules configuraron el primer paisaje.


Primer paisaje islandés

       Por la carretera 427 que bordea el mar dejando a la izquierda montañas de lava oscura pudimos ver los primeros caballos y las primeras aves marinas de camino a Hveragerði Creo, aunque no estoy seguro, que puede significar "jardín de aguas calientes" y como tal encontramos los primeros invernaderos en que se crían tanto hortalizas como flores  con la energía eléctrica y el calor que genera la tierra.  El agua ya viene en abundancia del monte Selfjal por el río Öfusá.  En Hveragerði, en el supermercado, constaté dos cosas: que Islandia es un país muy organizado y que buena parte de su comida, especialmente las carnes, está congelada.  También me contaron, y al principio creí que era broma, que en el invierno toman buenas dosis de vitamina D en comprimidos o aceite de hígado de bacalao para combatir la ausencia de sol en el organismo.

     Cerca de Hveragerði, al norte, a menos de un kilómetro está Reykjardalur el valle humeante en el que habíamos previsto una caminata entre torrenteras, arroyos, y fumarolas hasta un río de aguas calientes en el que habríamos de tomar nuestro primer baño en aguas termales.  No pudo ser: la lluvia y el viento arreciaban y aunque sabíamos que esto no debía ser obstáculo para los planes de viajes, desistimos del baño, caminamos bajo la lluvia un buen rato y volvimos para tomar un café con una especie de buñuelos delicadamente dulces de los que no recuerdo el nombre.  Ya habría más adelante tiempo y aguas para baños termales.


La falla Almannajiá el lago Þingvallavatn en el P. N . de Þingvellir 

          La lluvia y la suspensión del baño, sin embargo nos daba más tiempo para la visita al Gullni Hringurin, el anillo o el círculo dorado: Þingvellir, Geysir y Gullfoss.  Nuestro próximo destino era  Þingvellir a donde llegaríamos por las carreteras 35 y 36 bordeando el lago Þingvallavatn mientras avistábamos ya algunas nieves en la montaña y antiguas viviendas con techo de hierba.

Paseo por la falla
    

  
    Nuestra primera comida campestre fue un desastre total: entre lluvia y viento al resguardo de una especie de marquesina de madera en pleno parque natural de Þingvellir, dimos buena cuenta de los sandwiches que habíamos preparado por la mañana.  Después, un café breve para entrar en calor en una cafetería del parque repleta de turistas.  Otra constatación: es corriente usar una tarjeta de crédito incluso para pagar un café o un té por importe de 300 coronas, no llega al par de euros.

Charla junto al Lögberg
     Þingvellir tiene una importancia capital en la vida de Islandia, está situado en el lugar en que confluyen o disfluyen (tal vez esta palabra no exista) la placa continental europea y la americana y por haber sido sede de los primeros parlamentos y reuniones asamblearias cuando todavía el resto de Europa se sostenía en el régimen feudal.
       Parece ser que la Placa Continental Americana y la Europea que allí contactan, se separan a razón de un par de centímetros anuales generando la falla Almannajiá, hundida respecto a las llanuras próximas.  Junto a ella está el lago Þingvallavatn que se alimenta de las aguas del Öxará y de otras fuertes corrientes subterráneas.  En la falla, junto al lago y al río Öxará está el lugar donde desde el año 930 se reunía el antiguo parlamento el Alþingi en el lugar en que ahora ondea una enorme bandera de Islandia, el Lögberg, la Roca de la Ley.  


Drekkingarhylur, la Poza del Ahogamiento
Dejando el aparcamiento se accede a un paseo que tras pasar la bandera, llega a un puente justo donde el río Oxará hace un brusco recodo con fuertes remolinos de agua en lo que se llama Drekkingarhylur, la Poza del Ahogamiento.  En este lugar eran ahogadas las mujeres halladas culpables de adulterio, costumbre más que bárbara que se realizó por última vez a mediados del siglo XVIII.  Siguiendo el paseo llegamos a la catarata de Öxarafoss, la primera de una infinita serie de preciosas cascadas a lo largo de todo el recorrido por Islandia.  Öxarafoss no es muy alta, ni muy caudalosa, sin embargo este año entre el deshielo y las lluvias de los últimos días estaba esplendorosa.


Öxarafoss

Una erupción del Géiser Strokkur
            La carretera 365 nos lleva a Haukadalur  una amable sucesión de valles en que se encuentran  los principales géiseres del país.  Geysir es el más importante de los surtidores geotérmicos que ha dado el nombre de géiser a este fenómeno.  Actualmente está en inactividad parece ser que poducida por abusos hechos para provocar erupciones con fines turísticos.  De él quedan la poza con aguas azuladas y los depósitos sedimentados a base de siglos de explosiones de agua y vapor.  


Pozas azules en el cono del géiser Geysir
A no más de treinta metros está el Strokkur, géyser que con regularidad casi de reloj arroja una columna de agua de quince o veinte metros cada diez minutos.  Viendo los movimientos y borboteos del agua en la poza se puede tener la cámara preparada para fotografiarlo en todo su esplendor. También está el Litti Geysir miniatura de sus dos hermanos mayores.  Hay varios hoteles y una enorme tienda de souvenirs algo más abajo en la que ya puedes comprar los recuerdos de tu viaje, que vendrán muchos kilómetros de soledad, campo y desierto más adelante.


En el campo de géiseres de  Haukadalur

            Dejando Haukadalur y volviendo la vista para una nueva explosión del Strokkur, nos dirigimos a Gullfoss,  la Cascada Dorada, aquella en la que la luz del sol produce arcoíris diversos a cualquier hora del día.  El Río Hvítá deja caer impresionantes cantidades de agua por dos cortados diagonales de basalto sobre un lecho también de roca volcánica y que tuerce casi noventa grados respecto al sentido que traía el agua. 


Llegando al Hvitá, primeras vistas de Gullfoss

A principio del siglo XX hubo un intento de instalar en la cascada una central hidroeléctrica, incluso se llegó a arrendar su aprovechamiento.  Sin embargo Sigriður Tómasdottir, hija de uno de los propietarios organizó una casi cruzada para evitarlo que incluía el arrojarse a la cascada, y finalmente consiguó que fuera adquirida por el gobierno islandés y actualmente goza de un estatus de protección.  Una lápida junto a la cascada recuerda a Sigriður Tómasdottir y su lucha por Gullfoss.  Las vistas son impresionantes y ya empiezas a sentir ese vago vacío que te produce el deseo de querer permanecer más tiempo allí mirando caer el agua y viéndola subir en nubes de gotitas  que se levantan entre las paredes de la gran hendidura.

Gullfoss, la Cascada Dorada
           El día no podía dar para más: otro rato de coche entre granjas con prados verdes y enormes zanjas de drenaje  y  después cenamos, descansamos  y dormimos en Laugarvatn

Recorrido de la primera jornada



1 comentario:

  1. y esa misma noche , cerca de vuestra casa, en un país menos distante , el Madrid consigue la Décima...empieza bien....

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